La piel
Estructuralmente nuestra piel consta de tres capas bien diferenciadas: la Epidermis, la Dermis y la Hipodermis.
Epidermis:
Cuando hablamos de la Epidermis estamos hablando de la capa de piel más externa, aproximadamente tiene un milímetro de espesor, y en ella se producen diferentes sustancias.
Se divide en varios estratos: su función comienza en la membrana basal, donde se originan las células (melanocitos y queratinocitos) cada 28 o 30 días.
A medida que éstas pasan por los diferentes estratos, producen las diferentes sustancias y proteínas necesarias para la protección de nuestra piel. Entre ellas la Queratina, encargada de la dureza y sostén de nuestra piel, y la Melanina, encargada del pigmento o color de nuestra piel.
Luego llegan a la capa Córnea y descaman imperceptiblemente, quedándose adheridas en ella. De esta manera nuestra piel se renueva constantemente.
Dermis:
Forma la mayor proporción de la piel. Tiene cuatro milímetros de espesor, y se divide en dos estratos donde encontramos las fibras entrelazadas o tejido conjuntivo o conectivo, con una sustancia denominada Sustancia Fundamental, en la cual se sitúan una extensa variedad de células.
En la Dermis encontramos los Anexos Cutáneos, que son dos anexos córneos: pelos y uñas, y Anexos Glandulares: glándulas sebáceas y sudoríparas, y vasos sanguíneos que irrigan la piel.
Las células que encontramos en la Dermis se denominan Fibroblastos, y son las encargadas de producir fibras de colágeno, elastina y la sustancia fundamental.
También encontramos células del sistema inmunitario.
Hipodermis:
Es la capa más profunda de la piel, también llamado Tejido Conectivo o Adiposo. Está constituida por Adipositos (células grasas), las cuales se encuentran separadas entre fibras de Colágeno y Elastina.
Su función es protegernos de traumatismos, alteraciones de temperatura y de amortiguación.
También encontramos en ella glándulas sebáceas, sudoríparas y anexos córneos.
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